El tráfico de migrantes haitianos hacia la República Dominicana se ha convertido en un negocio tan lucrativo como el narcotráfico, pero mucho más discreto. Redes criminales operan con total impunidad, movilizando a personas como si fueran mercancía, mientras las autoridades enfrentan un sistema judicial lleno de brechas legales y falta de recursos. Una investigación del programa Desclasificado ha revelado la magnitud de esta crisis y cómo los traficantes se aprovechan de las debilidades del sistema.
Valverde: El epicentro del tráfico de personas
El municipio de Mao, en la provincia Valverde, es uno de los principales puntos de detención de traficantes de haitianos. Sin embargo, los camiones con migrantes cruzan la frontera y atraviesan el país sin ser detenidos, lo que sugiere la existencia de una red de corrupción que facilita el negocio.
El fiscal adjunto de la provincia, Luis Enrique Taveras, ha tratado cientos de estos casos. “Nos presentan casos de infractores que transportan hasta 20 personas en vehículos diseñados para cinco”, explica Taveras. Pero el problema no solo radica en la detención de estos traficantes, sino en la dificultad para procesarlos judicialmente.
Una ley que favorece a los traficantes de migrantes haitianos
La Ley 137-03, que regula el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas, establece que para tipificar el delito es necesario demostrar que el acusado obtuvo un beneficio económico por el transporte de los indocumentados. Según Taveras, esto representa un escollo procesal gigante, ya que “el chofer que transporta a los migrantes nunca es quien maneja el dinero”.
Incluso cuando los detenidos son hallados con grandes sumas de efectivo en su poder, la ley no permite inferir automáticamente que dicho dinero proviene del tráfico de personas. Esta ambigüedad legal ha permitido que la mayoría de los acusados sean liberados con medidas como presentación periódica y garantía económica, pese a que la ley contempla penas de hasta 20 años de prisión.
Casos que evidencian la impunidad
El 5 de febrero de este año, un camión frigorífico fue interceptado en el tramo carretero Las Matas de Santa Cruz-Castañuela de Montecristi con 79 migrantes haitianos hacinados en su interior. Entre ellos había niños que viajaban en condiciones infrahumanas, sin oxígeno suficiente. Junto al camión, una jeepeta Toyota Highlander transportaba 11 ilegales más. “A los traficantes no les importa la vida de estas personas, solo les importa su dinero”, denuncia la investigación de Desclasificado.
El problema radica en que los traficantes detenidos no llegan a juicio. "La mayoría de estos procesos terminan con los acusados en rebeldía", revela el fiscal Taveras. Mientras los expedientes se estancan en el sistema judicial, los traficantes continúan en las calles, expandiendo su negocio y burlando la justicia.
La ruta del crimen organizado: el tráfico de migrantes haitianos
Las cifras muestran que el tráfico de haitianos ya no es solo un problema migratorio, sino una operación bien estructurada del crimen organizado. Las masivas deportaciones no han frenado el negocio, sino que han obligado a las redes de traficantes a diversificar sus métodos.
Mientras los traficantes de bajo nivel son detenidos y liberados rápidamente, los verdaderos cabecillas siguen en las sombras. La falta de diferenciación legal entre el tráfico de personas y la trata de personas complica aún más la persecución del delito. Al final, la corrupción y la debilidad del sistema legal siguen siendo el combustible de este negocio multimillonario.
La pregunta sigue en el aire: ¿Es posible ganar esta batalla o estamos condenados a acostumbrarnos a este juego de impunidad? Mira la respuesta por Desclasificado.
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